Ante el inminente conflicto final que se avecina, ha llegado la hora de dar el fuerte pregón, de levantar voz en cuello, de ser los atalayas que el Señor espera que seamos. Es tiempo de despertar al rebaño y de mostrar al mundo el rollo de la profecía que rápidamente se esta cumpliendo delante de nosotros. Levantemos la voz y mostremos a los hombres que el Dios eterno vendrá pero sólo a dar el justo pago a cada uno. Mostremos al mundo que aún hay misericordia de nuestro Dios y que se preparen con un corazón contrito de espíritu. Amén